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En los años 60, América sufre una auténtica hemorragia: todo se fuga, todo se escapa. Los jóvenes fuman marihuana, escuchan a los Beatles, se dejan el pelo largo, abandonan las carreras y queman sus cartillas de reclutamiento. Es el movimiento hippie, la contracultura americana, la nación de Woodstock. Un nuevo pueblo, una nueva sociedad, otro estado mental. Los miembros del Yoth International Party (Partido Internacional de la Juventud), conocidos como los yippies, se autoproclaman vanguardia del movimiento. Una vanguardia política que pretende organizar el éxodo del viejo mundo y hacer de la gratuidad una estrategia revolucionaria. Una vanguardia delirante que se opone mediante el absurdo a la racionalidad de un sistema que baña a los niños vietnamitas en napalm. Una vanguarda estética, erótica y sensible que basa su política en sacudir el deseo social mediante imágenes...