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Cuando una persona muestra su don de gentes en una fiesta o recepción recitando un poema se le considera culto e instruido. Si por el contrario lo que se recita es una fórmula matemática la cosa cambia. Lo más que cabe esperar son algunas miradas compasivas y la etiqueta de “invitado más empollón de la fiesta”. La mayoría de los invitados admitirían que no se les dan bien las matemáticas, que nunca se les han dado bien y que nunca se les darán bien. Lo cierto es que esto resulta sorprendente. Imaginemos a nuestro abogado diciendo que se le resiste la ortografía, o a nuestro asesor financiero asegurando divertido que siempre confunde a Voltaire y Moliére. Tal vez tacharíamos a esas personas como incultas. Eso no ocurre con las matemáticas. Las carencias en este campo suelen aceptarse tranquilamente. La vida secreta de los números consigue que los lectores comprendan no sólo la importancia, sino también la belleza y elegancia que albergan las matemáticas. Incluye anécdotas y detalles biográficos sobre sus, a menudo, estrafalarios protagonistas, y aporta una idea precisa de las principales teorías y demostraciones. La complejidad de las matemáticas no debe esconderse, pero tampoco exagerarse. He aquí un muy ameno libro sobre una materia normalmente considerada como un auténtico hueso.