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La ciudad de Santander se enclava en un imponente paisaje presidido por una bahía que ha representado un papel primordial en su historia. Ésta ha condicionado su crecimiento, dándose la paradoja de que sea la única ciudad del norte que mira al sur. Además, su emplazamiento natural sobre una larga península determina su carácter lineal y una evolución marcada por un prolongamiento continuo a lo largo de la línea de costa. El puerto se constituye como eje de este desarrollo, partiendo desde la antigua puebla medieval hasta llegar a la ciudad balneario de El Sardinero, que no se conectará con el núcleo urbano hasta finales del XIX. Su carácter marítimo y portuario, y el privilegiado emplazamiento en que se encuentra, determinarán el desarrollo urbano del enclave y la presencia de una intensa actividad humana desde tiempos remotos.