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El universo de los relatos de Carlos Salem es hermético, y en él desfilan casi siempre los mismos protagonistas: el brutal y sensible Harly; los elementales policías conocidos como el Gato y el Perro; la suspicaz Lola, que atiende flemática detrás de la barra; el Loco, que lo que más parece gustarle en este mundo es tenderse en plena vía; Tony y Ray, salidos de alguna película del Tarantino más pulp, artista de poca monta uno y vividor sin oficio el otro, y sobre todo Poe, el escritor desencantado en torno al cual late el pulso de estos cuentos, que resuelve casos bebiendo eternas Mahou y tomando sus decisiones según la cantidad de palillos de fósforos que saque del bolsillo en ese momento. Cada uno es la entrada de otro, una conjetura sobre la imperturbable y cínica vida de estos outsiders convocados por la magia de un escritor que sabe su oficio. Leer a Carlos Salem es como montarte en una montaña rusa; una vez que subes, no hay vuelta atrás. David Torres Afilado como una Mühle, apabullante como una Browning M1919, mejor no rechazarle una cerveza: Carlos Salem te rodea, sin emboscadas. Javier Manzano, Fiat Lux