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Karl Marx no es Clint Eastwood. Ni la España actual un remake de Sin perdón repleto de cowboys indignados. Aunque ambos deberían serlo. No en vano el filósofo prusiano es un fantasma que recorre, entre ruinas, los multicines de la Eurozona. Karl es el quinto hermano Marx. Karl Marx es el Cary Grant de los recortes. Una Marilyn Monroe que camina por el lado saludable de la paranoia. Un Robert de Niro jondo, metafísico, sentimental. Es Kate Morx. Romarx Polanski. Ennis del Marx. Merx Gibson. El arpa moribunda de un Harpo triste y locuaz. Una nube. Un árbol de luz. Una llamarada de cristal estrepitosa. Poemarx contiene versos heteróclitos y a ratos tumultuosos, irónicamente místicos, narrativos en apariencia porque trascienden su significado hacia lo lírico. Frente a ellos, leyéndolos, al principio parece que no hay más que la pantalla de un cine abandonado por un acomodador barbudo que guarda en un flash-back su rencor. Conviene abrir los ojos poco a poco. Resucitar.