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Juan K llega al pequeño pueblo de la costa con su hermosa colección de camisas de verano. Alguien consiguió convencerle de que en el pueblo encontrará muchas mujeres hermosas, dispuestas a concederle sus favores. Se instala en una vieja pensión, regentada por un nonagenario, que recuerda demasiado a su difunta esposa, y una sobrina inquietante. Van sucediéndose, uno tras otro, los fracasos amorosos de Juan, y mientras tanto, en el sótano de la pensión, las pérfidas hormigas agitan las antenas y se preparan para el ataque final. En el comedor hay también una mórbida planta, celosa de la sangre de los hombres. De poco sirve, pues, que Juan cuelgue amorosamente en el armario sus siete camisas con los siete colores del arco iris. La mancha del techo sigue creciendo y creciendo, y, cuando por fin desaparece, es ya demasiado tarde para pensar en componendas de última hora. Todo está ya a punto para su consumación. Esta última incursión en el «territorio Tomeo» entusiasmará de nuevo, sin duda alguna, a sus numerosos y fidelísimos lectores.