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A poco más de treinta años de la muerte de Vladimir Nabokov, aparece su última novela, inconclusa, objeto de insaciable curiosidad de lectores y críticos. En 1977 el escritor pidió a su mujer que, en el caso de que no alcanzara a completarla, destruyera la primera versión. Pero Véra Nabokov no pudo respetar semejante voluntad y a su muerte, en 1991, la decisión recayó sobre Dmitri, que durante años se debatió en la duda y, por último, decidió publicar «una obra maestra embrionaria» que nos sumerge en el singular trabajo nabokoviano. El original de Laura gira en torno a una novela dentro de la novela, o sea Laura, personaje inspirado por Flora, que es un caprichoso y sensual álter ego de Lolita. Nabokov juega con la aspiración de dominar la vida y la inmortalidad para después revelarnos que «morir es divertido». «Estos fragmentos de Laura seducirán a los fans de Nabokov, que encontrarán los temas eternos y las obsesiones del autor» (Michiko Kakutani, The New York Times); «Una obra maestra inacabada que ha permanecido en la cámara acorazada de un banco suizo durante más de tres décadas» (Chris Green, The Independent); «Un documento fascinante» (W. Skidelsky, The Observer).