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Todo el lío empezó cuando mi mejor amigo, Walter, aceptó el reto de Raúl Rodríguez, el cachas fanfarrón del cole. Y pasó lo que tenía que pasar, o mejor dicho, lo único que no debería haber pasado nunca. Raúl acabó con la pierna escayolada y Walter y yo tuvimos que resignarnos a ayudarle para seguir viviendo. Pero lo que no sabíamos era lo que eso iba a suponer en nuestras vidas. Acababa de iniciarse la Operación Pelusa. Pelusa, lo que da nombre a la operación y al libro, no es otro que el gato, o la gata, de Fran, el entrenador del gimnasio de Raúl. Su ídolo, vaya. Fran se encuentra de viaje en Benidorm donde se celebra un campeonato de culturismo del que es juez. Por ello mientras está fuera, Raúl debe ocuparse de su casa, de sus cosas del gimnasio, y especialmente de Pelusa, al que debe dar de comer. Pelusa es un siamés de pelaje gris tostado al que Fran adora. Al no poder hacerlo Raúl personalmente por la pierna escayolada, pacta con Walter y el protagonista que sean ellos quienes se ocupen de todo. Las cosas se tuercen en el momento en que encuentran debajo de la cama de Fran unos sacos de comida de gato que, extrañamente, cuando dan a Pelusa, se transforma y se vuelve un gato agresivo, fuerte e incluso parece algo más grande. Además, los amigos del gimnasio de Fran también quieren la comida de gatos que Walter tiene y ello hace sospechar al protagonista de que hay gato encerrado, y nunca mejor dicho, detrás de esa comida, pero ¿qué puede ser?