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"...se diría que el ciego atribuía a cada sonido ciertas cualidades especiales: cuando de entre sus dedos salía volando una nota alegre y brillante del registro superior, alzaba animado la cara, como si acompañara hacia arriba el vuelo de la sonora nota. Y, por el contrario, ante el temblor pastoso, casi inaudible y sordo de una nota baja agachaba la cabeza y parecía que el pesado tono debía necesariamente precipitarse sobre el suelo deshaciéndose en él y perdiéndose en los apartados rincones." Un profundo dolor se apoderó de la joven Anna al nacer su hijo Piotrus. Sabía que algo no iba bien, no reaccionaba a la luz. Finalmente se confirmaron sus sospechas, el niño no podía ver. El pequeño Piotrus, arropado por el cariño materno, irá paulatinamente descubriendo el mundo a través de los sonidos que le rodean. Irá relacionándose gracias al tacto con sus allegados, especialmente con sus padres y con el tío Maxim, un mutilado de las guerras garibaldinas con particulares ideas sobre la discapacidad. A veces, el exceso de ruidos desconocidos, como los de la naturaleza, aturden al niño, pero se irá adaptando. Irá desarrollando todas sus habilidades según va creciendo para captar por otros medios lo que la falta de visión le impide. La música será la clave en su proceso de madurez, hasta que llega el amor. El músico ciego es un clásico de la literatura rusa. Una obra delicada, llena de sensibilidad, que nos relata la atracción instintiva del hombre hacia la luz y lo que produce la falta de su percepción. Korolenko nos descubre cómo el instinto de superación del ser humano, aún sin todos sus sentidos, puede hacer volar la imaginación y alcanzar el éxtasis de la belleza. A través de su cuidada prosa, nos hace oír los sonidos armónicos y apreciar las sensaciones, incluso los colores e imágenes, que percibe el músico ciego. "Korolenko ha sido y sigue siendo el hombre más cabal de los centenares que he conocido; él es para mí la imagen ideal del escritor ruso."Máximo Gorki