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Durante el otoño de 1912, en Praga, entre el 17 de noviembre y el 7 de diciembre, escribió Franz Kafka (1883-1924) La metamorfosis, la peripecia subterránea y literal de Gregor Samsa, un viajante de comercio que al despertarse una mañana «de un sueño lleno de pesadillas se encontró en su cama convertido en un bicho enorme». La esperanza de recuperar la condición perdida, las tentativas de adaptación al nuevo estado, los comportamientos familiares y sociales, la opresión del escenario y el desvanecimiento del tiempo son los ingredientes con que el autor elabora la trama del hombre contemporáneo, un ser condenado al silencio, a la soledad y a la insignificancia. Otros escritos de Kafka desarrollan rigurosas variaciones paralelas, desmenuzan inexorables pesadillas, asignan obsesiones enigmáticas a personajes desorientados y vencidos, pero tal vez sea La metamorfosis la narración que mejor expresa al «hombre primordial kafkiano». De ahí que merezca la calificación unánime de obra perfecta y obra maestra, un texto decididamente superior en el panorama de la literatura universal del siglo XX.