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En una mañana del frío invierno de 1861, Abraham Lincoln, presidente electo de unos Estados Unidos al borde de la desintegración, baja del tren en Washington flanqueado por dos policías vestidos de civil y oculto él mismo bajo un disfraz, pues los rumores acerca de un complot para asesinarle no hacen más que crecer. En los cuatro años siguientes el hombre que ha prometido unir a una nación dividida por la cuestión de la esclavitud será víctima de varios atentados contra su vida. Y mientras el general Lee lucha a las puertas de la capital, Lincoln vive aislado en la Casa Blanca, presidiendo un gobierno dividido, y tratado incluso por los correligionarios republicanos con desprecio. Gore Vidal nos muestra a Lincoln a través de los ojos de sus amigos, sus enemigos, sus futuros asesinos, y el resultado es un retrato que es a la vez íntimo y monumental, una novela que se ha convertido en todo un símbolo de los valores más arraigados de la democracia y en un clásico de la novela histórica moderna. El inicio de 2009 se abre con la toma de posesión de Obama y con los actos de conmemoración del bicentenario de Lincoln, el artífice de las enmiendas de la Constitución que conllevaron la abolición de la esclavitud. Una lectura muy indicada para el momento en que vivimos.