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Este método ofrece, en sus primeros capítulos, una reflexión importante en la que se dan respuestas originales a diversos temas: al porqué de la habilidad lectora, cuándo es oportuno enseñar al niño y cómo hacerlo inteligente y creativamente a través del juego. En su parte aplicada, los autores hacen una propuesta diagnóstica y metodológica de enseñanza de la lectura que parte de largos años de investigación pedagógica en las aulas y que está centrada fundamentalmente en los perfiles de errores más habituales diagnosticados en el aprendizaje inicial de lectura. El método, describe un modo práctico de evaluación de los errores en lectura desde un punto de vista positivo, partiendo de la lectura de un cuento. Dicha evaluación, a diferencia de otros métodos, enlaza con una propuesta fundamentada de actividades que, sin duda, hará que tanto docentes como alumnos encuentren en la lectura una habilidad para desarrollar su inteligencia y creatividad. En el método se proponen dos tipos de juego para acabar leyendo. En el primero de ellos se pretende afianzar el paso del signo al símbolo, es decir, saltar de la figura de las letras a sus sonidos, y se juega combinando los sonidos en palabras. Se juega a fonetizar las letras aplicando a cada una su sonido. No basta con reconocer la figura de la letra y nombrarla (ésta es la A, ésta es la B). El juego se centra ahora en los símbolos fonéticos asignados a las figuras de las letras. Ésa es la habilidad, y ése es el juego. Los niños tienen que jugar con esa habilidad de fonetizar, hasta dominarla o suprimirla, de manera que con ver la letra le baste. Un segundo juego debe conseguir que el alumno lea de corrido lo que ve escrito en el papel, pero pensando en el significado de las palabras, ya no en las letras ni en los sonidos. Es el último nivel de habilidad lectora. Este juego se propone al final del método. Lo llamamos lectura amena, y se practica mediante la lectura de cuentos cuidadosamente preparados con este fin lúdico. El objetivo es que, al final, el alumno lea pensando solamente en lo que las palabras dicen, como deslizándose sobre el texto escrito. Finalmente, cuando la lectura se instala por encima de las palabras, el alumno está preparado para estudiar.