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«¿No lees novela policiaca? Hay tres hipótesis. A: el delito se cometió en una habitación cerrada y no había asesino. B: el delito se cometió en una habitación que parece cerrada y de la que hay forma de salir. C: asesinato en el que el asesino aún permanece en el lugar, escondido». Una mujer asalta un banco a mano armada y mata a un tipo. No es anecdótico: una ola de atracos aterroriza Estocolmo. Por eso los policías Larsson, Kollberg y Ronn se integran, a desgana, en un grupo especial de investigación a cargo del imparable fiscal Bulldozer Olsson. En la otra punta de la ciudad, un cadáver con un disparo en el pecho es devorado por gusanos desde hace semanas. Yace en un apartamento del todo cerrado. Por dentro y por fuera. Las primeras pesquisas de la policía apuntan al suicidio, pero no hay ningún arma en la escena. Tras sobrevivir a El abominable hombre de Säffle, Martin Beck, reintegrado a la brigada de homicidios, desconfía: nadie se pega un tiro sin pistola. Su inquietud le llevará a buscar la relación entre las dos tramas, y pondrá en evidencia la negligencia y la corrupción generalizadas de la sociedad sueca de los años setenta.