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LA CAZA DEL GENIO DEL CRIMEN
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Paul LeRoux nació en Zimbabue y se crio en Sudáfrica. Tras sus primeros trabajos como empresario pionero en la seguridad informática, se lanzó de cabeza al lado oscuro, utilizando su extraordinario talento para desarrollar un nuevo modelo de n... Seguir leyendo
Paul LeRoux nació en Zimbabue y se crio en Sudáfrica. Tras sus primeros trabajos como empresario pionero en la seguridad informática, se lanzó de cabeza al lado oscuro, utilizando su extraordinario talento para desarrollar un nuevo modelo de negocio en el crimen organizado. Por el camino, creó un grupo de mercenarios compuesto por antiguos francotiradores de EE.UU. y de la OTAN para llevar a cabo asesinatos por su propio placer y beneficio. El imperio criminal que construyó fue el Cártel 4.0, utilizando la economía digital y las herramientas de la nueva era. Los negocios de LeRoux, conectados virtualmente a través de su propia web oscura, se extendían desde el Sudeste asiático hacia Oriente Medio y África hasta llegar a Brasil; generaron cientos de millones de dólares en venta de armas, drogas, productos químicos, bombas, tecnología de misiles y asesinatos. Negociaba con países al margen de la ley Irán y Corea del Norte, además de la Triada china, los piratas somalíes, la mafia serbia, moteros proscritos, funcionarios africanos y asiáticos corruptos y golpistas.
Inicialmente, LeRoux aparecía como una imagen fantasma en los radares de las fuerzas de la seguridad y de los servicios de inteligencia, una presencia inexplicable en mitad de un sinfín de negocios criminales. Pero llamó la atención de un pequeño grupo de agentes: el Grupo 960, de la División de Operaciones Especiales de la DEA, había llevado a cabo algunas de las operaciones más complejas y peligrosas en la historia de la agencia. Utilizaron métodos poco ortodoxos y confidentes infiltrados para acceder al círculo de confianza de LeRoux y capturarlo.
Durante cinco años, Elaine Shannon se sumergió en el turbio mundo de LeRoux. Obtuvo acceso exclusivo a los principales protagonistas, incluyendo agentes secretos que miraban a LeRoux a los ojos todos los días., todo eso reunido en una sola persona. Nos sitúa en la misma habitación que esas personas durante sus encuentros cara a cara.