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He vivido junto a un santo. O, al menos, durante casi cuarenta años, cada día, he visto de cerca la santidad como siempre he pensado que debía de ser. La he visto en este hombre, Karol Wojtyla, por la relación tan íntima, tan llena de misterio, que tenía con Dios. Por la fortaleza y la transparencia de su fe. Por la valentía con que atestiguaba la verdad de Cristo y el valor de la vida. Y por el amor con que se acercaba a cualquier hombre, a cualquier mujer, respetando su dignidad independientemente del color de su piel, su raza o su fe religiosa».Ocho años después de la muerte de Juan Pablo II, el cardenal Stanislao Dziwisz recorre la extraordinaria vida de una personalidad de nuestro tiempo, en busca de los rasgos distintivos de una santidad que en breve será solemnemente proclamada. Precisamente en este momento, cuando el tiempo transcurrido permite que afloren pasiones pero también juicios y prejuicios diversos, se podrá entender mejor al papa que cambió la historia de la Iglesia y del mundo, así como acercarse a Karol Wojtyla en su dimensión más humana, más privada, más personal.Para acompañarnos en este viaje, contamos con el hombre que más íntimamente y durante más tiempo estuvo junto a él y pudo observarle, no solo con la vista sino también con el corazón