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UNA VUELTA AL MUNDO DE AYER DE UNA MUJER DE ACCIÓN, ENTRE LA ALEGRÍA Y EL AVISO DE DERRUMBE. "La autobiografía de esta mujer de acción es una vuelta al mundo de ayer contada entre sus alegrías y sus avisos de derrumbe." EN CONTRA, COMO EN RAISUNI DEBE FIGURAR "tRADUCCIÓN DE cATALINA rODRÍGUEZ" CONTRA Más que un relato autobiográfico convencional, Rosita Forbes realiza en este libro una narración de largo recorrido, una radiografía de su tiempo, entre la vida alegre y los permanentes avisos de derrumbe de una misma época. Mujer intrépida, viajera empedernida, periodista y escritora, Forbes revisa los episodios más relevantes del trasegado período de entreguerras y los entrelaza con su imponente trayectoria por los cinco continentes: desde el Chicago de la prohibición a una aldea perdida en el desierto; entre reyes, jefes de estado, alta aristocracia, grandes empresarios o junto a indígenas, esclavas y cicerones del más extremo confín. Su vida se va desarrollando con ingredientes fascinantes (desde el viaje más exótico a la intriga y el glamour en las altas esferas), en un tono que se debate entre el desenfado superficial del baile de salón y la perspicacia suficiente para estar al acecho de los grandes cambios que se avecinaban en su mundo y en su vida de auténtica mujer de acción. CITA A CONTINUAR EN SOLAPA "Viajé sola, a caballo, en mula o en camello, en cualquier vehículo imaginable, desde balsas hasta carros blindados, o acompañada de amigos fortuitos y a los que aprecié, amé y dejé a la velocidad de un cometa, y deambulé por ahí hasta salirme del mapa. Disfruté mucho. A menudo lo pasaba mal y a veces estaba triste porque no podía convencer a las autoridades que temían algún problema internacional o a algún desastre, entonces todavía en gestación. Pero, además del amor que siento por la humanidad, entera, sea cual sea su lengua, credo o color de piel, además de mi interés por los pueblos y las personas que fueron tan fantásticamente buenos conmigo en seis continentes, yo era –fundamentalmente– una gitana. Poco me importaban las posesiones. La gran casa de Londres era una concha de la que, como un cangrejo peregrino, me soltaba cada vez que la aventura me tentaba. El sol fue mi constante compañero. En cuanto amenazaba el invierno en Inglaterra, allá iba yo a buscar calor y libertad, sin reloj ni calendario, sin compromisos ni responsabilidades. Viajaba con una sola maleta, sin la menor preocupación por mi aspecto. El tiempo dejaba de existir. Con eso me contentaba. En lo que respecta a mi propia vida, no miraba atrás, ni hacia adelante. Había mucho que ver y que hacer –en ocasiones, sentir– en el presente. Pero en 1935 el futuro se estaba haciendo notar. Ya no podía describirse como algo que se veía a través de ‘un cristal oscuro’. Era evidente y trágico, aunque tal vez todavía no era inevitable.(...)Fue al poco tiempo de regresar a Inglaterra, desde un México en fermentación, y el fermento de la ‘cuestión del petróleo’, cuando nos dimos cuenta de que se acercaba el final de una época histórica."