El hecho de que todas las películas sean para y sobre hombres hace que Max y su perro Dogo decidan crear cine para animales. El día del estreno la sala es un hervidero, los animales llevan sus mejores galas, todos están deseosos de ver una película en la que ellos son los protagonistas. Pero en tan solo unos minutos la felicidad se trunca, las focas se indignan por las burlas a su modo de andar, los pingüinos protestan por aparecer como sirvientes y hasta los murciélagos critican que les asemejen con Drácula. En fin, Max y Dogo comprenden que ha sido un desastre de película.