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«En esta vida lo que más importa es la muerte, y tampoco es que sea para tanto.» Siguiendo este reconfortante dicho, y tras una vida oscura y mezquina, anualmente miles de finlandeses ponen fin a sus vidas en el típico granero finés, inhalando dióxido de carbono del tubo de escape. Precisamente el día de San Juan, la fiesta de la luz y la alegría de principios de verano, Onni Rellonen, un empresario en crisis, decide poner fin a su vida. Pero apenas ha encontrado, en un granero apartado, el lugar ideal, unos ruidos extraños lo detienen. En el último segundo, Onni consigue salvar a otro visitante del granero, que se mantiene a duras penas sobre una silla tambaleante y con un nudo corredizo alrededor del cuello: porque precisamente el mismo día de San Juan, el coronel Kemppainen, un viudo desconsolado, también había decidido poner fin a su vida. Disuadidos por este encuentro fortuito, renuncian al común propósito y empiezan a charlar sobre los motivos que les han llevado a tomar tan trágica decisión. Mientras hablan llegan a casa del empresario, beben coñac y empiezan a tutearse, hasta que se rinden ante una evidencia: existe un gran número de candidatos al suicidio. De ahí nace la genial idea de fundar una asociación de «aspirantes a suicida». Así pues, acompañados de una treintena de compañeros, deciden partir, en el flamante autobús de La Muerte Veloz, hacia un desopilante viaje en busca de un suicidio colectivo digno. Los aspirantes a suicida inician una gira que les llevará a cruzar Europa en busca del mejor acantilado desde el que lanzarse al vacío. Un Grand Tour macabro que ofrece las feroces reflexiones de su autor sobre el suicidio, el deporte nacional finlandés. Esta obra de Paasilinna, que una vez más, con su particular ironía, consigue arrancarnos una carcajada y también nos provoca la más profunda compasión, no defraudará ni a sus lectores de siempre, que le siguen con fervor, ni a los nuevos, sean finlandeses o no. Una oportuna road movie para reflexionar sobre el suicidio de la manera más divertida. «Demos las gracias a Finlandia por haber engendrado al novelista Arto Paasilinna y al cineasta Aki Kaurismäki, cuyos universos, además, comparten ciertas resonancias» (Isabelle Fiemeyer, Lire). «Una buena dosis de humor negro y absurdo. Un libro divertido sobre el suicidio. Un desafío, pero también la constatación de que Finlandia tiene una buena razón para no deprimirse» (François-Guillaume Lorrain, Le Point).