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CRIMENES ESCRITOR IMPERFECTO. SUMA DE LETRAS
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Un asesinato cometido en papel, en los seguros confines de una novela, es una cosa. Ver el mismo crimen en el mundo real es algo completamente distinto...
Todo comenzó con una llamada de teléfono: «Alguien ha cometido ... Seguir leyendo
Un asesinato cometido en papel, en los seguros confines de una novela, es una cosa. Ver el mismo crimen en el mundo real es algo completamente distinto...
Todo comenzó con una llamada de teléfono: «Alguien ha cometido tu crimen».
Frank Fons es un autor de éxito. Tal vez su carrera no ha seguido el curso que tenía en mente cuando era joven, pero encontró una fórmula que funcionaba y le ha sido fiel. Frank Fons escribe novelas policiacas que más parecen novelas de terror, que tal vez no cuentan con la aprobación de la crítica, pero que arrasan en las librerías.
Su maestría imaginando y describiendo hasta el último detalle los crímenes más horrendos le ha supuesto fama y riqueza. Su capacidad para elaborar los asesinatos más crueles y sádicos roza ya la perfección, y todo indica que el lanzamiento de su última novela en la próxima feria del libro será arrollador.
Pero, al parecer, alguien no está de acuerdo. Alguien considera que comete fallos técnicos imperdonables. Y está dispuesto a demostrárselo. Llevando sus crímenes a la práctica. Mostrándole cómo ocurren las cosas en la vida real. Para Frank, lo que en su momento parecía un giro de la trama inteligente y fascinante de repente se ha convertido en una realidad aterradora, salpicada de sangre.
Al horror del descubrimiento le sigue una determinación: Frank Fons deberá descubrir quién está utilizando su ficción para destruirle y encontrar el modo de detenerle. Es una cuestión de vida o muerte.
En un alarde de destreza técnica e imaginación desbordante, Mikkel Birkegaard crea una de las tramas más dinámicas y mejor construidas de los últimos tiempos. Una novela que atrapa desde el primer instante, que no da tregua al lector, que no puede más que seguir sin aliento el desarrollo del relato y admirar a la vez cómo van encajando las piezas en manos de un auténtico prestidigitador.