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Todos los padres desean que sus hijos sean personas equilibradas, con control sobre sus pensamientos y sentimientos; que se sientan bien consigo mismos y con los demás y, por supuesto, que sean merecedores de respeto. En definitiva, que se conviertan en adultos emocionalmente sanos. La salud emocional se forja en los primeros años de vida, incluso antes de nacer, y va pareja al desarrollo de nuestro cerebro; por eso son tan importantes los primeros años de vida, cuando se establece el máximo número de conexiones neuronales. Basándose en las aportaciones de las neurociencias, los autores de ¿Cómo será mi hijo? Salud emocional y familia destacan la importancia de las manifestaciones de afecto como base del desarrollo integral de la persona y ofrecen pautas para que los padres, además de alimentación, protección y cuidados básicos, den a sus hijos, de manera apropiada, el apoyo emocional necesario para enfrentarse a la vida con las mayores garantías.