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Camilo Castelo Branco ocupa hoy un lugar importante en el canon literario portugués del siglo XIX. Su gusto desde muy temprano por el universo de la literatura romántica extranjera, sobre todo por la novela francesa, le ha consagrado como uno de los máximos exponentes de este movimiento en su país, aunque encontramos en su repertorio marcas distintivas que lo singularizan como autor: su interés por la vernacularidad de su obra, la variedad de formas con las que pretende relacionarse con sus lectores, adoptando una posición suprarromántica de quien conoce los repertorios románticos centrales, la distancia que le proporciona la ironía, compensada con arrebatos líricos y dramáticos y sobre todo una ambigüedad característica en toda su obra que entronca con la contradicción de su estatuto de escritor romántico, idealista y altruista, y sus intereses socioeconómicos. «La brasileña de Prazins» es una de las mejores novelas realistas de la literatura portuguesa. La acción desarrolla una historia de amores contrariados que en el caso de la protagonista, Marta, da lugar a la locura. A esta acción se añade un episodio histórico, el de un falso rey, que se entrecruza con la primera. La mayor habilidad del autor es la manipulación de su propia historia que le permite situar la novela tanto desde el punto romántico como naturalista.