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La figura de Alejandro Magno es sin duda una de las más atractivas y poderosas no sólo de la historia antigua, sino de la historia en general. Su desmesurada ambición, sus portentosas hazañas, la brevedad de su vida, la decisiva transformación del mundo antiguo que supuso la irrupción de su figura y las grandes dosis de elementos legendarios que empezaron a acumularse en su persona ya al poco de su desaparición explican y justifican el interés por su persona, sus logros y sus motivos. Dentro de las numerosas aproximaciones al tema, el enfoque de Pedro Barceló destaca ante todo por estar guiado por el rigor histórico, difícil de mantener frente a una figura tan potente y cargada de leyenda. Frente a planteamientos como el del celebrado Lane Fox, que a menudo se dejan arrastrar por lo elementos más pintorescos, Barceló guarda siempre la distancia y nos revela un Alejandro más humano y real, guiado por la ambición, el cálculo y las motivaciones políticas y humanas, con sus aciertos y sus errores, su falta de escrúpulos y sus golpes de suerte, sin negar por ello la incuestionable grandeza del personaje.